4/6/08

Mis mañanas cotidianas

Aun los cambios, todo acaba volviendose rutina. De entrada no sé donde despierto hasta que no abro los ojos y veo las vigas blancas en el techo. Recuerdo los últimos datos de mi último sueño que pronto se disipan. Miro por la ventana, el molino me saluda con sus aspas como brazos de gigantes inmobilizados por los tiempos. Hoy además, muy cerca de mi nariz un caracol pegado a la ventana mostraba impúdico su interior con la panza hacia mí, y sin quitarme las legañas he ido a hacerle una foto -al final tendrá razón una amiga que nos llama fanáticos de las cámaras, mejor eso que el futbol, por ejemplo por no hablar de las religiones...-.

Baño y desayuno. Mecachis, no tengo el diario... se me está malcostumbrando. Antes me lo encontraba en la mesa de la cocina junto a la ensaimada. Está aprendiendo, como yo. Al final con el tiempo, uno aprende, dijo el poeta y es cierto. Y hoy se ha ido solo a su playa solitaria y secreta, como cuando viene solo. Yo ya se lo digo desde hace días, que yo allí no voy, es largo y cansado el camino y me conviene andar, lo sé... pero ese sendero de altibajos es demasiado duro para mí y me canso, ultimamente me canso mucho; y si al llegar pudieras bañarte pero el verano aun no ha llegado y mi cuerpo espera a que las cálidas aguas me cubran... todo. Y eso, que me ha dejado sola, como hacía tiempo que quiero estar. Desde que estoy de descanso prescrito no me sola ni un momento. Y una también quiere algo de intimidad. O simplemente tener este tiempo de escribir.

En la mañana es cuando estoy más lúcida y despejada para escribir y hace días que no lo hago, así, largamente, y esa es otra de mis rutinas matutinas, el ordenador y sus visitas: blogs de fotos y otros, mis correos pero pocas ganas de comentar, solo hago de voyeur. Y tengo un montón de fotos por descargar y arreglar pero como no tengo un procesador decente cuesta más tiempo y es eso, el tiempo. Parece mentira, aquí en la isla y sin obligaciones parece que el tiempo no te empuja, y sí. Ayer me hicieron "una entrevista" en el local de la exposición, para el diario local; no quería preguntas, solo fotos y una reseña en todo caso y al final le conté mi vida... glups! haber lo que publíca.

En las noches ahora que ya tengo sofá nuevo no me acerco aquí, entre otras cosas porqué me duele, todavía me duelen cosas. Y como me dijo un budista hace poco el sufrimiento lo tenemos que contemplar desde fuera, ver como pasa por encima de nosotros como pasan las nubes, algunas más oscuras que otras, pero dejarlas seguir su camino y si alguna de ellas quiera descargar, ocultarnos o dejar que las frías gotas nos empapen, es la forma que disfrutaremos de una ducha calientita. Si nos recreamos bajo esa nube negra, corremos el riesgo de coger una pulmonía.

Y en eso estamos.

Voy a mirar las fotos de ayer.

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