Podría decirse que nació de una caracola, por eso es capaz de enredarse con sus propios pies al andar.
Su piel tiene ese punto de sabor a sal y sus pensamientos describen una espiral de coral. Sus grandes ojos se asemejan al reflejo de la luna llena sobre la mar embravecida.
Su corazón es un barco a la deriva, se deja llevar sin saber hacia dónde.
Cada verano vuelve a su mar y las olas le dan la bienvenida envolviendo sus pies descalzos en espuma tibia.
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Esos barcos a la deriva necesitan un buen amarre
ResponderEliminar...para que no se pierdan
Un besote